James Bond y la utilización de un lenguaje claro en la Administración

Cuantas veces hablamos de accesibilidad y (casi) siempre lo hacemos de manera parcial. Y es que dicho concepto presenta numerosas dimensiones, como la que nos ocupa hoy: el lenguaje accesible. Si usted es un responsable público que opina que la siguiente expresión resulta atractiva y comprensible para el ciudadano NO lea la presente entrada:

«Habiendo sido considerado y tenido en cuenta según el fundamento jurídico decimonono en el que se cita el artículo 37 quater referido ut supra…»

Pero la Administración, entre otras cosas, sirve para informar a la ciudadanía, a las personas. Y si la mayoría de estas personas no la entienden algo está fallando en el servicio que presta.

Este mismo blog, que no es un servicio público pero sí un lugar web de difusión y acercamiento al gran público de contenidos relacionados con la Administración, intenta ser accesible. Desde un punto de vista «docente», de nada sirve acumular en la cabeza ingentes cantidades de conocimientos si luego no somos capaces de transmitirlos de una manera comprensible.

Y esto también es accesibilidad, eso que tanto está de moda. Los criterios de accesibilidad universal y de diseño para todos, se encuentran definidos en el Real Decreto Legislativo 1/2013, de 29 de noviembre, por el que se aprueba en el Texto Refundido de la Ley General de derechos de las personas con discapacidad y de su inclusión social. Según el art. 2.k) de esta norma, accesibilidad universal es la condición que deben cumplir los entornos, procesos, bienes, productos y servicios, así como los objetos, instrumentos, herramientas y dispositivos, para ser comprensibles, utilizables y practicables por todas las personas en condiciones de seguridad y comodidad y de la forma más autónoma y natural posible. Presupone la estrategia de «diseño universal o diseño para todas las personas», y se entiende sin perjuicio de los ajustes razonables que deban adoptarse. Entiéndase esta comodidad en el sentido más amplio posible ya que, aunque hablamos de diseño accesible, antes de hacer «la letra grande» o de colocar unos banners atractivos, se debe comenzar por utilizar un lenguaje accesible, lo cual supone abandonar de una vez aquel “habiendo sido considerado y tenido en cuenta…”. Una barrera esta, la del lenguaje, que siempre ha puesto la administración al ciudadano, mucho antes de Internet (y que no es la única).

james-bond-scCuriosamente, el Diccionario de Terminología Archivística de la Subdirección General de los Archivos Estatales define accesibilidad como la “posibilidad de consulta de los documentos de archivo, determinada por la normativa vigente, su control archivístico y su estado de conservación”. Nos preguntamos si la «consulta sin comprensión» es en realidad una consulta, ya que aunque técnicamente lo es no cumpliría con su finalidad. El mismo derecho de acceso a la información recogido y regulado en la normativa sobre transparencia presupone el reconocimiento -y la posibilidad de ejercicio- de un derecho que tiene por objeto obtener una información, no un documento. Una información, por cierto, que casi siempre se pide porque es o puede ser útil, utilizable y re-utilizable.

Veamos la siguiente frase:

Sean Connery es el mejor actor que ha hecho de James Bond

Es confusa, e interpretable de dos maneras: o bien se quiere transmitir que Sean Connery es el actor de más categoría interpretativa de los que han representado en la gran pantalla al citado personaje; o bien se indica que dicho actor es el que mejor lo ha hecho de todos los que se han puesto en la piel del agente secreto inglés. No queda claro, porque además cualquiera de las dos posibilidades es factible. Imagínense que la intención es comunicar la primera idea. Mucho mejor, en tal caso, sería:

Sean Connery es el mejor actor que ha interpretado el personaje de James Bond

Esto querría decir que Sean Connery es mejor actor que George LazenbyRoger MooreTimothy DaltonPierce Brosnan o Daniel Craig, lo cual seguramente es cierto. Pero si de lo que se quiere informar es de la segunda opción, que es el que mejor ha interpretado el personaje, parece bastante eficaz para transmitir esta idea el lenguaje coloquial:

Sean Connery es el mejor James Bond

Pero la Administración, pese a ser asequible, debe ser más precisa en los términos. Imaginen que, llámenme friki, mi James Bond preferido es Roger Moore (quien paradójicamente puede que sea el peor actor de todos). Pero el mejor actor sigue siendo Sean Connery. De modo que en este caso, volviendo a la defensa de la primera idea y siendo ya muy precisos, lo mejor sería:

Sean Connery es el mejor actor de todos los que han interpretado el personaje de James Bond

Este es, por cierto, nuestro estilo. Este blog debe ser accesible pero preciso, con el nivel de detalle que sea necesario, entre otras razones porque abordamos temas de cierta complejidad. Leerlo no requiere conocimientos de Derecho administrativo, pero sí haber visto el Telediario unas cuantas veces. Seguro que me entienden.

Un último argumento, utilizado por juristas de desconocido prestigio, es que el lenguaje jurídico (entre nosotros, la jerga legal) no admite «traducciones», y que la simplificación de un informe puede restarle nivel jurídico e incluso perjudicar los intereses de la Administración en un hipotético contencioso. Sí. Puede ser cierto, pero un informe es un informe y otra cosa bien distinta es la resolución final que se notifica y que, desde la óptica del ciudadano, es esa carta (o notificación electrónica) que nos llega de la Administración y que leemos con cierto nerviosismo porque puede ser un impuesto o una multa. El texto de esa carta debe ser totalmente comprensible para la inmensa mayoría de las personas, y en la medida de lo posible breve, y de ahí no me sacan los que defienden que ahí mismo se debe «copiar y pegar» el informe jurídico de 25 páginas (el cual a su vez es prácticamente un copia y pega de artículos y Sentencias).

Y precisamente para los «legalistas», dos artículos:

  • el art. 5.5 de la Ley de transparencia (LTBG): “Toda la información será comprensible, de acceso fácil y gratuito y estará a disposición de las personas con discapacidad en una modalidad suministrada por medios o en formatos adecuados de manera que resulten accesibles y comprensibles, conforme al principio de accesibilidad universal y diseño para todos”.
  • el Considerando 58 del Reglamento Europeo de Protección de datos: “El principio de transparencia exige que toda información dirigida al público o al interesado sea concisa, fácilmente accesible y fácil de entender, y que se utilice un lenguaje claro y sencillo, y, además, en su caso, se visualice. Esta información podría facilitarse en forma electrónica, por ejemplo, cuando esté dirigida al público, mediante un sitio web. Ello es especialmente pertinente en situaciones en las que la proliferación de agentes y la complejidad tecnológica de la práctica hagan que sea difícil para el interesado saber y comprender si se están recogiendo, por quién y con qué finalidad, datos personales que le conciernen, como es en el caso de la publicidad en línea. Dado que los niños merecen una protección específica, cualquier información y comunicación cuyo tratamiento les afecte debe facilitarse en un lenguaje claro y sencillo que sea fácil de entender”.

Para acabar, les dejamos el Decálogo sobre el lenguaje claro para las Administraciones Públicas alojado en la WikiGob de Novagob «Modernización del lenguaje administrativo«. Índice de contenidos del decálogo:

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