La eficiencia empieza por un trato cordial entre las personas

Para enseñar buenas acciones es mejor apelar a los buenos modelos que a las más precisas reglas (Efraín Gutiérrez Zambrano)

Siempre, sin excepciones, se produce un efecto negativo cuando se desequilibran las relaciones humanas entre amigos, compañeros, familiares, parejas… Nos suele costar mucho afrontarlo y sentarnos a hablar, pero qué elevado porcentaje de estos conflictos se resolverían con una conversación, o reunión, o charla informal… Mejor que mejor si acaba con sonrisas y abrazos, pero en el peor de los casos un buen acuerdo que conforte ambas posturas siempre es mejor que la desconfianza y la susceptibilidad. Se habla mucho de eficiencia, de objetivos, de servicios, de ahorro… pero lo cierto es que nuestras organizaciones no funcionarán realmente bien hasta el día en el que las relaciones personales sean mucho más amables de lo que son. Por supuesto con el cliente, pero, incluso más importante, a nivel interno.

Lo decíamos al final de esta intervención: «Vamos a llevarnos bien«. Para reforzar este deseo y procurar su plasmación real hemos aprovechado aquello del Pisuerga para dejarlo por escrito con motivo de la elaboración del Código de Buen Gobierno de la FEMP, en el que estamos implicados en cuanto a su coordinación y redacción. Se trata «solo» de un documento declarativo, sin eficacia normativa, pero a veces (casi siempre) es más importante lo que se dice y sobre todo la difusión e interiorización de lo que se dice, que el rango del documento en el que aparece.

No es el momento de faltar a la discreción ni mucho menos de adelantar el contenido de un documento que se halla en fase de borrador y que en última instancia debe ser aprobado por el órgano competente de la Federación. Sí podemos informar de que (de momento) hemos incluido un apartado sin precedentes sobre las relaciones internas entre las personas al servicio de la administración local, a fin de que no haya conflictos, por ejemplo, entre Alcaldes e Interventores. Para ello vamos a introducir una cierta disciplina o predisposición al diálogo, y a nivel un poco más formal el sometimiento voluntario a un procedimiento de mediación previo a cualquier expediente disciplinario. La idea subyacente, llamadme iluso, o pesado, o las dos cosas, es que todos nos llevemos bien, como no puede ser de otra manera entre marineros que reman en el mismo barco (y hacia un único puerto).

Hablar entre nosotros en lugar de hablar de nosotros es la mejor manera de evitarnos problemas (Ronald Reagan a Gorbachov)

Y para quien tache el planteamiento de cursi, que sepa que seguramente estamos atacando el mismo foco del problema. Ser amable es también cuestión de ética (de ahí un Código de Buen Gobierno), y de ética se trata. Digamos, de una manera quizá un tanto infantil pero muy clara, que a una buena persona, la que lo es en toda la dimensión del concepto, no se le ocurriría «meter la mano en el cajón» del mismo modo que no se le ocurre hacer mobbing a un empleado. No se puede ser «bueno» a medias. Los buenos son honrados, no son corruptos (y si son corruptos es que no son buenos). Quizá el planteamiento es más complejo, porque en la gestión de RRHH además de bueno se debe ser justo, pero creo que todo el mundo tiene claro a qué compañero de trabajo (me da igual que sea jefe, subordinado o congénere) no le encomendaría su vida si estuviera en juego. En tal caso me he explicado.

Las personas son importantes en todas las organizaciones pero sobre todo en los Ayuntamientos. La mejora ordinaria de estas relaciones humanas podría solucionar, de forma preventiva y no reactiva (y tardía, o si no observen las fechas de las vistas judiciales), el 80% de los conflictos. Adopte, querido lector, esta óptica «humana» de las cosas. Desde la misma, tenemos, por un lado, que la administración local, como la más próxima al ciudadano, debe poner a este en el centro de su organización, funcionamiento y actividad de servicio, cuidando especialmente del trato en las relaciones humanas (si el servicio público no es amable, entonces no es bueno: podrá ser incluso eficiente pero nunca excelente). Por otro, las relaciones personales internas se deben regir por el principio de lealtad institucional. Dichas relaciones pueden verse de inicio alteradas por una mala definición del sistema de gobierno municipal, que no diferencia, salvo en grandes municipios, entre gobierno y administración, y que por otro lado carga las espaldas de quienes tienen atribuidas funciones de control sobre los órganos de los que dependen jerárquicamente. Que conste por tanto que no estamos diciendo que en la administración local haya, por así decirlo, «malas personas» y que por eso se producen conflictos internos. El problema viene por esta mala concepción del sistema, que dificulta la tarea de cada uno y enrarece el ambiente. Un sistema que por un lado le dice a los secretarios, interventores y tesoreros (y a los arquitectos, y a los técnicos…) que controlen la legalidad y sean objetivos, independientes, imparciales y valientes… Pero al mismo tiempo contempla la libre designación, la dependencia retributiva o la adjudicación a dedo de los contratos de menos de 18.000 euros, que en un Ayuntamiento pequeño son prácticamente todos (y más si se utilizan los fraccionamientos ilegales). El legislador debería jugar al rojo o al negro en la ruleta, pero no a los dos. No sé tanto de casinos como de cansinos pero estoy seguro de que eso es trampa.

Es por todo ello que, pensando también en que no siempre tienen éxito las reuniones y las charlas informales, pretendemos introducir un doble procedimiento de mediación (hablamos de algo parecido a la misma conversación de tono amable pero no tan tan tan amable y con efectos jurídicos):

  • Con los ciudadanos: en evitación no solo de conflictos contenciosos, sino también en relaciones de derecho civil entre los ciudadanos en los que los funcionarios y agentes de la policía local puedan ejercer una mediación con efectos de Derecho.
  • Con los empleados públicos: la gran novedad del Código sería la aparición de un procedimiento de mediación de jurisdicción previa a los expedientes disciplinarios, voluntaria pero vinculante. La idea de fondo, insistimos, es que todas las personas implicadas en la gestión de los intereses públicos municipales desempeñen sus funciones de una manera coordinada y cordial, con la vista puesta en el interés general y en el servicio público, es decir, el ciudadano.

Por otra parte no se trata de descubrir la rueda: la mediación es muy importante en USA y américa latina, y más recientemente en Europa y en España ha encontrado su carta de naturaleza en determinados sectores. La crisis ha favorecido el mecanismo de la mediación, hoy en día perfectamente regulado en nuestro país por la ley 5/2012 y el Real Decreto 980/2013.

"Se producen conflictos internos por una mala definición del sistema"
«En las organizaciones públicas se producen conflictos internos por una mala definición del sistema»

Uno de los objetivos del nuevo Código sería por tanto la normalización de las relaciones personales internas dentro de las entidades locales, para lo cual se proponen una serie de medidas que se basan, como no puede ser de otra manera, en los principios éticos recogidos en la Ley de transparencia (en su parte de Buen Gobierno, parte que nosotros en su momento sacamos de la Ordenanza de transparencia) y el Estatuto del Empleado Público (ver arts. 52 a 55). Al final, como decíamos en esta reciente entrevista, simplemente hablamos de una cuestión de asunción de roles, y respeto mutuo de esos roles (ver también aquí). Apostamos por un modelo profesional y ético. Un técnico no puede entrar en el criterio de oportunidad y un político no debe adentrarse en el del legalidad. Es la diferencia entre la forma y el fondo. El político manda, es la base de la democracia. El funcionario no dice qué, pero sí dice cómo. En el gobierno abierto el ciudadano participa más que nunca. Todos coordinados somos una #eficracia. Este es el sistema de equilibrios en que se apoya la moderna gestión pública, que debe ser legal, transparente, eficiente… y muy humana.

«Donde reina el amor sobran las leyes» (Platón).

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