La politización del cambio climático

La reciente celebración del COP27 (27ª conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) nos parece un buen detonante para reflexionar sobre este tema, a nuestro juicio el mayor problema de la Humanidad tanto presente como futuro.

Superando aquellos discursos vacíos y demasiado teóricos sobre sostenibilidad, el lema del COP 27 era “Juntos para la implementación”. Esa llamada a la acción, que acabando 2022 ya suena desesperada, corre el serio riesgo de llegar demasiado tarde. En este mismo siglo, Stephen Hawking declaró solemnemente: “Debemos abandonar la Tierra en cien años”. Eso quiere decir que, desde su autorizado punto de vista, la sentencia de muerte del planeta ya se ha firmado, y que la única esperanza de nuestra especie, si es que tiene la intención de sobrevivir, es buscar otro lugar habitable.

Esto, queridos lectores, no es alarmismo. Las opiniones, a veces, son alarmistas. Los datos también, con la importante diferencia de que ellos no pretenden serlo, pues se limitan a plasmar, negro sobre blanco, la realidad tal cual.

Pero no se hace caso a los datos. No se hace caso a la ciencia del mismo modo que, como denunciamos en ocasiones, no se hace caso a los técnicos. No se hace caso a la sabiduría ni a la experiencia. Todo es política. De manera que si usted se muestra sensible por la destrucción del medio ambiente, no tenga duda de que le etiquetarán como una persona de izquierdas. En cambio, si se siente más bien de derechas, casi está obligado a afirmar que todo esto es una patraña y un negociete para poner placas solares.

Pero si usted finalmente opta por negar el cambio climático, debe saber que ahora mismo lo que niega, más precisamente, es el caos climático, la versión agravada del anterior. Yo sé que es agradable disfrutar de un templado día en cualquier playa mediterránea en pleno noviembre. Pero no es normal. O al menos no lo era cuando yo era pequeño. Y no soy tan viejo. Negar el calentamiento global es como negar que la Tierra gira alrededor del sol (ciertamente querían matar al primero que lo dijo, Galileo). Un sol que, por cierto, cada vez es más abrasador y nocivo por la destrucción de la capa de ozono, lo que produce una sobre exposición a los rayos ultravioleta y el aumento exponencial de graves problemas de salud como el cáncer de piel, las cataratas o la inhibición del sistema inmunitario.

Y lo que va mal, siempre es susceptible de empeorar. Y no hablamos ahora del proceso, prácticamente irreversible, de destrucción del hábitat (por ejemplo, casi toda España será un desierto en el último tercio de este mismo siglo), sino de lo que puede llegar a provocar la versión más mezquina de los círculos de poder, tanto político como económico, entonando una repugnante visión del «a río revuelto ganancia de pescadores». La lamentable economización de este problema, que va de la mano de la mencionada politización, genera una mayor desigualdad, y también guerras (no solo públicas y mediáticas sino también de otro tipo, la mayoría de ellas «encubiertas»). Quien domine el mercado de la microbiología, la robótica, el espacio y el ciberespacio, puede marcar los tiempos. Pero se nos acaba en tiempo, y necesitamos ya mismo de todo ello, de toda la ciencia y la tecnología disponible en este momento de la Historia.

En definitiva, el caos climático es el problema más importante al que nos enfrentamos como especie y contra el que tenemos que luchar todos los seres humanos, empezando por los poderes públicos pero sin obviar nuestra responsabilidad individual. No lo convirtamos en una cuestión de opinión, porque no lo es.

© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. NOSOLOAYTOS. WEB OFICIAL DE VÍCTOR ALMONACID LAMELAS 2022. AVISO LEGAL.

3 Comentarios Agrega el tuyo

  1. John Gasco dice:

    Yo creo que nadie que tenga dos dedos de frente puede negar el cambio climático. Tampoco se puede negar que algo hay que hacer, pero la discrepancia surge a la hora de decidir qué debemos hacer. Yo creo que habrá que buscar un equilibrio entre evitar el cambio climático y seguir disfrutando de las ventajas que ha traído el progreso, como puede ser la posibilidad de viajar o de calentar el interior de las viviendas. En Europa las medidas que se están tomando para evitar el cambio climático dejan fuera del alcance de la clase media la posibilidad de disfrutar de los viajes en avión o de tener un vehículo particular, y eso creo que va a crear mucho rechazo. No se puede imponer algo a la mayoría de la población y esperar que lo acepte sin protestar. Es tan sólo mi opinión.

Replica a Antonio Ager Cancelar la respuesta