Dando fe de un despropósito administrativo

Nos convocan a una reunión en el Ministerio. No está muy claro el orden del día.

Ni siquiera estaba claro el día. Se convoca, se desconvoca. Lástima, habíamos reservado los vuelos y el hotel (3 personas de mi organización). En mi caso, honestamente, no me apetecía nada ir, pero nos dicen que se va a hablar algo de la Ley de Régimen Jurídico y como se supone que algo sé de la misma me llevan «para asesorar».

Nueva reserva. Viaje a Madrid. Un clásico la incomodidad de volar, pero desde una isla el avión es ineludible. También es ineludible, al menos ese día, el metro (conste que probablemente lo habríamos cogido igual), porque hay huelga de taxis.

La reunión es por la tarde, a las 17h. Pero toca madrugar mucho porque así lo dictan los horarios.

Mañana prácticamente perdida. Comida rápida.

Reunión. A las 17h aparecemos las 16 personas de fuera. Los desplazados. El protocolo, esa cosa tan antigua, es aparentemente perfecto. Pasamos por arcos de seguridad para demostrar que no vamos a una reunión de trabajo con armas de fuego o explosivos. Nos dirigimos a la sala donde ya están colocados unos carteles con nuestros nombres, para que cada uno sepa dónde se sienta (esto es protocolo pero también estrategia). Por supuesto mi apellido está mal escrito.

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A las 17:15 aparece el Secretario de Estado con toda su escolta burocrática. Directores Generales esencialmente.

A las 17:30 nos tiran una bronca, literal, por no justificar unas ayudas. Por nuestra mala gestión peligran las nuevas ayudas, y peligran los convenios. Sin embargo a nosotros nos consta que están justificadas desde hace más de un año. Parece ser que no les ha llegado la documentación o incluso que la persona que llevaba el tema ha podido jubilarse. Asombroso.

Nos dicen, además, que los convenios en su momento suscritos quizá quedan derogados o como mínimo afectados por la nueva Ley de Régimen Jurídico. Nos dicen que hay que cumplir esa Ley, de la cual nos hablan como si fuéramos niños de 7 años a los que hay que explicar de dónde viene su nuevo hermanito.

Y poco más dicen. Nos dan una especie de turno de réplica aunque solo sea para justificar la bilateralidad de la reunión, y también el pesado desplazamiento.

Ojiplático con la situación (y me consta que no soy el único).

Porque la ¿nueva? Ley de Régimen Jurídico no tiene efectos retroactivos sobre los convenios suscritos con anterioridad a ella misma, como es el caso. Y si los tuviera, pues se adaptan.

Y sobre todo porque precisamente es esa Ley la que habla de interoperabilidad entre Administraciones Públicas. Menuda paradoja que la aludan. Pero la documentación, por supuesto requerida en papel, no les llegó… ¿Cómo puede «no llegar» algo tan importante? ¿Y qué nivel de comunicación tenemos si ni siquiera nos advierten mucho antes de que no lo han recibido? ¿Queremos o no queremos cumplir esa Ley que han puesto encima de la mesa?

Y precisamente es la Ley «siamesa» a esa Ley la que regula las reuniones telemáticas de los órganos colegiados, teniendo en cuenta que ni siquiera somos un órgano colegiado y que podríamos habernos reunido telemáticamente por pura eficiencia, otro principio que aparece en estas Leyes.

Acaba la reunión tarde. Metro para abajo, hotel. Abro el correo. Cientos de mensajes, atiendo los que puedo. Y a dormir pronto, porque al día siguiente hay que levantarse a las 4 A.M. para coger un transporte (no taxi por la huelga, no metro por las horas) en dirección al aeropuerto.

Madrugón y un frío que pela. Afortunadamente despegamos en hora. Trabajando en el avión, y mirando de reojo con envidia insana a los que son capaces de dormir. Llegada a destino. Taxi en direccion al trabajo. Son justo las 8 A.M. cuando entro por la puerta del Consell… ¡A trabajar!

A pesar del cansancio es mejor hacerlo con buena actitud, con malas sensaciones pero tratando de no experimentar malos sentimientos, no ya solo por la pérdida absoluta de un tiempo muy valioso (el nuestro y el de todos, que conste), sino también por la pérdida de dinero, en términos absolutos, de los contribuyentes: 16 vuelos de ida más 16 vuelos de vuelta, más anulaciones, más desplazamientos, más hoteles… Más la cara de tonto (este coste es moral, aunque también podría ser económico).

Pero hay que trabajar. Hay que seguir. Y entre otras cosas seguimos implantando medidas relacionadas con la eficacia, la eficiencia, la transparencia y la interoperabilidad. Lo haremos igualmente, incluso más que nunca, visto que otros no lo hacen.

Y fin de la historia. Una historia veraz, no un cuento de Navidad (en la cual aún no estamos aunque parezca que sí por los anuncios y los centros comerciales). Una historia muy real por desgracia, de la cual doy fe aprovechando mi condición de fedatario público (sea lo que sea esto ahora). Esta no es una entrada políticamente incorrecta, sino una crítica constructiva para que mejoren las cosas. Porque si este es el nivel que hay en las relaciones interadministrativas, el margen de mejora es abismal. En todo caso la próxima vez, Secretario de Estado, llame por teléfono.

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7 Comentarios Agrega el tuyo

  1. JR Chaves dice:

    Genial, Víctor. No sólo sabes derecho y tecnologías de la información sino que además relatas como Dante bajó al infierno. Un saludo, y mucha paciencia.

    1. valmonacid dice:

      Muchas gracias José Ramón. Un saludo.

  2. Pedro dice:

    A mí lo que me sorprende es que re sorprenda: yo llevo 25 años en la Administración y las reuniones de los «desplazados» en Madrid, a las que he asistido sin y han sido siemore de ese tipo.
    También sucede que hay muchas reuniones de innovadores públicos que inyectan un optimismo ficticio que no se corresponde con la realidad, aunque para la mayoría de nosotros lo único que cuenta es la (cruda) realidad con la que nos encontramos cada día, y las burbujas innovadoras para los que se las pueden permitir.

    1. valmonacid dice:

      En la segunda parte debo discrepar: ni el optimismo es ficticio ni la realidad es algo que no se pueda cambiar. Si no nos gustan cosas como esta debemos hacer lo posible por transformar la Administración, cada uno desde su rol, y toda piedra hará pared. Pero tener una actitud resignada poco o nada ayudará.

  3. Juan Antonio Marrtínez Morales dice:

    Me gusta lo de «toda piedra hará su pared», si fuésemos más conscientes de ello, todo iría mejor.

  4. Cuánto tenemos que aprender de otras Administraciones….

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