Un placer haber participado en el programa “HABLA QUE TE ESCUCHO”, aportando mi visión tranquila sobre la incorporación de la inteligencia artificial a nuestras vidas (y en concreto a la Administración).
En dicho programa básicamente tratamos de responder a una pregunta, o al menos de arrojar luz sobre la cuestión: ¿Podrán las máquinas reemplazar al cerebro humano?
Precisamente una inteligencia artificial (ChatGPT), tiene muy clara la respuesta: «No, las máquinas y la inteligencia artificial no pueden reemplazar al cerebro humano. La inteligencia artificial es una tecnología desarrollada por los humanos para realizar tareas específicas y resolver problemas de manera más eficiente que los humanos. Pero la inteligencia artificial no tiene conciencia ni la capacidad de comprender la complejidad de la existencia humana, la emoción, la creatividad y la intuición, que son características distintivas del cerebro humano. El cerebro humano es único y complejo, y aunque las máquinas pueden ser muy buenas en algunas tareas, todavía hay muchas áreas en las que la inteligencia humana supera a la artificial. Además, la inteligencia artificial está diseñada para realizar tareas específicas y no tiene la capacidad de aprender y evolucionar como lo hace el cerebro humano. En resumen, las máquinas y la inteligencia artificial pueden complementar y mejorar nuestras vidas de muchas maneras, pero no pueden reemplazar la complejidad y la capacidad única del cerebro humano».
Véase el programa completo, si bien de nuestra intervención deseamos compartir las siguientes reflexiones:
- La tecnología nos ayuda a mejorar. Las empresas privadas lo hacen para ser más productivos. La Administración no tiene ánimo de lucro, pero mejorar la calidad de los servicios públicos debería ser una motivación más que suficiente.
- La tecnología va muy por delante de la Administración y de la normativa por la que se rige la Administración. Sobre todo en algunos países como España y otros del «sistema continental». Esta desincronización es un obstáculo. Ahora que la legislación por fin da total cobertura a los procedimientos electrónicos, ya deberíamos estar incorporando la IA a todos nuestros procesos, pero nos falta seguridad jurídica. El Derecho Administrativo reconoce y regula las tecnologías de hace 10 ó 20 años.
- La inteligencia artificial está en una fase aún muy inicial, pero al mismo tiempo avanzada en el sentido de que ya es abrumadora. Es un bebé recién nacido, pero con un potencial inimaginable. Su capacidad de aprender es ilimitada. Entiendo que algunos teman este avance, pero deberíamos aprovechar para trabajar juntos, integrando las inteligencias artificial y humana. Los seres humanos debemos encontrar el lugar que nos corresponde en el Universo, pero debemos hacerlo con humildad. Personalmente me parece fascinante estar viviendo este momento de la historia.
- ¿Existe un reemplazo de las personas por parte de la tecnología? En cierto modo sí, sobre todo en el mercado laboral. Pero no es la primera vez que ocurre en la Historia. Hay que aceptar que algunos puestos de trabajo se quedan obsoletos, pero a cambio surgen otros, precisamente relacionados con las nuevas tecnologías. La evolución no va en contra de las personas, pero las personas sí deben hacer un pequeño esfuerzo para adaptarse a la evolución.
- La tecnología no tiene maldad. Esa es una característica del ser humano. Si la tecnología llega a perjudicarnos es porque algunos seres humanos le dan un mal uso. Es como cuando algunos afirman que las RRSS son malas. No es cierto, cuando se utilizan de manera educada y colaborativa pueden llegar a ser realmente útiles.
Una última reflexión, en este caso ya «fuera de micro»…
Tenemos el dato de que en la próxima década se van a jubilar más de un millón de empleados públicos… ¿Cubrimos esos mismos puestos tal cual por nuevos funcionarios o más bien es el momento de automatizar y cambiar las estructuras organizativas y funcionales? Si bien parece de tontos no aprovechar la coincidencia temporal de estos dos grandes fenómenos sociolaborales (jubilaciones en masa e inteligencia artificial), de momento empezamos mal porque vistas las últimas OEP mucho me temo que no vamos a fichar aquello que necesitamos. Pero lo peor no es que no tengamos definidos los nuevos puestos de trabajo (de tipo asistencial, de supervisión de algoritmos, de liderazgo, de mediación…), sino que vamos a seguir seleccionando a tremendos empollones que, si por un milagro tienen además de memoria inteligencia emocional, no la vamos a detectar en modo alguno durante la celebración de las pruebas selectivas por lo que habrá que rezar para que posean esta y otras nuevas aptitudes. Si las pruebas selectivas son de tal forma que una inteligencia artificial (por ejemplo, una base de datos con todas las respuestas) podría sacar un diez, entonces seleccionemos directamente a la inteligencia artificial. Sin embargo lo cierto es que sigue habiendo hueco, y mucho, para las personas en las organizaciones públicas, pero para que hagan de personas, no de calculadoras. Y la última: demos una oportunidad al talento senior antes de «buscar» talento joven. Igual nos llevamos una sorpresa agradable.
En definitiva, si nos reservamos el trabajo con verdadero valor añadido no tienen por qué sustituirnos las máquinas. Lo explicó perfectamente Xavier Marcet en este artículo publicado en La Vanguardia, en el que defiende “La suma de inteligencias”:
“Pensemos más en términos de hibridación de que sustitución”
Mientras tanto, la gente se empeña en competir. Hablando con ChatGPT, la inteligencia artificial actualmente más famosa (que no la mejor, pero si la más adictiva simplemente porque conversa), te das cuenta de que es más humilde que los humanos. Nada que no supiéramos hablando con Alexa, con Siri o con el coche. Nosotros jugamos a “pillarle” con juegos de picardía y acertijos del abuelo. Él se califica como una simple herramienta y defiende la idea de las inteligencias complementarias.
Mejor si nos ponemos a trabajar juntos.
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