Guía básica para personas tóxicas 

Deja ir a personas que solo llegan para compartir quejas, problemas, desastres, miedos y juicios.

(Dalai Lama)

¿Eres una persona tóxica? ¡Enhorabuena! Supongo que de este modo eres mucho más feliz y por eso quieres seguir siéndolo. En tal caso esta es tu entrada, léela con atención. Te dejamos una serie de consejos sencillos para que seas el mejor tóxico posible (¿o el peor?), especialmente en tus relaciones laborables. 

1. ¡Ataca!  

Si ves a una persona tranquila, relajada y no digamos ya contenta, no debes permitir ni remotamente que siga así ni un minuto más. ¿Qué se habrá creído? Por supuesto puedes y debes interferir en su irritante felicidad. Esto se puede hacer básicamente de dos maneras: 

a) Ataque sutil. Menosprecios, insinuaciones, indirectas, acusaciones veladas, fake news, rumores nocivos… Todo vale para incomodar. El ataque sutil no siempre tiene un efecto inmediato, pero en algún momento posterior a tu intervención tu víctima debe quedarse molesta e intranquila. Haz que se sienta mal. Se lo merece, por cursi. Un gran éxito sería lograr que esa misma noche no pudiera conciliar el sueño, que le den las 2 de la mañana mientras sigue dándole vueltas en la cabeza a tu chafardeo malicioso. Y ya para nota es si la haces llorar, aunque eso solo está al alcance de los profesionales. 

b) Ataque “ariete”. Un clásico. Ataque frontal. Sin dudas, sin paños calientes, sin miramientos, de cabeza. Nada de sutilezas. Si ves a alguien realmente tranquilo, móntale un buen pollo. Una histriónica escena a gritos, con insultos, aspavientos, palabras malsonantes y sus buenas dosis de dramatismo, siempre es un valor seguro. 

Willem Dafoe es un fantástico actor, y por eso es capaz de sacar esta horrible cara de su inspiración y expresividad, representando al personaje Duende Verde, uno de los villanos más maliciosos y siniestros del Universo Marvel. Hasta ahí todo bien si esta espantosa expresión facial solo la hubiéramos visto en la ficción, pero por desgracia no es así, pues en nuestro día a día estamos rodeados y convivimos con personas extremadamente tóxicas. Fuente: SpiderManNo Way Home

2. Victimízate

Suele ser la fase posterior a la anterior toxicidad. Dale la vuelta a la tortilla. ¡Un buen pasivo agresivo nunca es el verdugo sino el agraviado! Muestra y explica a todo el mundo lo ofendido que estás. Manipula, tergiversa, llora, que eso siempre es convincente. Crea tu propia versión y difúndela. Con el tiempo el bueno será malo y tú un Santo o Santa, y además habrás conseguido dañar su reputación. ¡Eso te hará sentir aún mejor! 

3. ¡El mundo está en tu contra!

En total coherencia con el punto anterior, que hace referencia a una situación específica, tu planteamiento general debe ser el de instalarte en la queja constante. Lo que no te sale bien es siempre por culpa de los demás, nunca por la tuya propia. Además, todo sea dicho, tienes muy mala suerte. ¡Quéjate pues! Tú siempre has trabajado lo suficiente, pero son otros factores los que influyen en un mal resultado. ¿Hay un problema en el trabajo? Céntrate en señalar al culpable, que obviamente nunca serás tú. Mete mierda si es posible. Y nunca, nunca, nunca busques la solución, pues mientras subsista la situación problemática ese escenario te favorece… ¡Todos estarán nerviosos y preocupados! 

4. Mide con doble rasero

El mundo es subjetivo. ¿Quién dice lo que está bien o está mal? Lo que te beneficia evidentemente está bien. Es bueno, es correcto. Es legal, y si alguien lo discute acúsale a él de corrupto. Sé laxo e indulgente con lo tuyo, pero estricto con lo que afecte al resto de los mortales. En efecto, lo que pueda favorecer a los demás debe ser puesto en tela de juicio constante, incluso si para ti resultase inocuo. Critica, interfiere, desprestigia. Recuerda: no se trata solo de ganar, sino también de que el otro pierda. 

5. Haz ostentación

No importa el ser sino el parecer. Si eres un profesional mediocre, siempre te puedes apuntar los méritos de otros, sobre todo de los que consideras subordinados porque ellos no se van a quejar. Vende una imagen de perfección, porque igual cuela. Abruma al mundo con el postureo: imparte muchas conferencias (no hace falta ser experto; puedes defender cuatro ideas como gato panza arriba), hazte fotos en eventos, y publícalo todo, que no les dé tiempo a pensar que, realmente, no has hecho nada de lo que predicas. Sé teoría, sé fachada. Al fin y al cabo luego nadie profundiza, por lo que tu impostura pasará desapercibida. Escribe, aunque tengas que plagiar. Tener un blog es bastante fashion, pero publicar libros mola mucho más, aunque evidentemente luego nadie los lea. 

6. Tú eres más listo

No importa lo que los demás sepan que tú no sabes, sino lo que solo sabes tú o, de acuerdo con el punto anterior, otros creen que sabes. Céntrate en esto. Trata a los demás con condescendencia, incluso con desprecio, pues eres superior. Si la reunión o conversación es cara a cara, acompaña estas actitudes con un lenguaje no verbal hostil. Niega con la cabeza mientras hablen, míralos como si tuvieran 7 años, trabaja tu repertorio de caras y gestos de desaprobación. Subraya sus errores, hasta los más pequeños, y hazlos más grandes de lo que son. Si no se te ocurre nada empieza por las faltas de ortografía, aunque sean meros lapsus calami. Habla sentando cátedra, haz que te escuchen; pero tú no debes escuchar a los demás, porque nunca dicen nada interesante. Y por supuesto tu opinión es la buena, siempre, sin excepción. Los palurdos no deberían abrir la boca. Formas parte de una élite pensante, no todos somos iguales. 

7. Inspira temor

En el fondo los que te rodean te conocen, por lo que, siendo como eres, difícilmente te van a respetar. ¡No importa! Es mucho más efectivo el miedo. El maltrato verbal velado es una batalla psicológica que, una vez se gana, te suele colocar en una ventaja permanente. ¿Eres jefe? Genial, estás por encima, no lo desaproveches. Da constantes órdenes, incluso si carecen de sentido. Acosa sutilmente, no vaya a ser que te denuncien. Haz que tus compañeros se sientan constantemente vigilados, cuestionados, amenazados. ¿Alguien ha llegado 5 minutos tarde? Eso es inaceptable. Una buena bronca es lo menos que se merece, y si es delante del resto mejor, para que aprendan todos. Tú, por supuesto, puedes hacer lo que te dé la gana, que para eso eres el jefe. Nobleza obliga. Tus empleados son eso, tuyos. Por tanto trabajan para ti, no para la organización. Tu voluntad es la ley, y ¡ay de quien no la cumpla! 

8. Pon el acento en lo malo

Es mundo es un lugar horrible, encárgate de manifestarlo y recordar cada conflicto y cada tragedia, incluso los antiguos, no vaya a ser que a la gente se le olviden. Tú no eres un aguafiestas, sino una víctima de tu tiempo. Debes robar todo el brillo que puedas a una buena noticia, haciéndola tibia. Lo bueno es regular. Lo regular es malo. Lo malo es el fin del mundo. Regodéate en él. Vamos a morir todos. Un buen toque de estilo es acabar una disertación con alguna frase lapidaria del tipo “y lo peor está por llegar”. Esto es mano de santo para borrar esas estúpidas sonrisas de las caras de los idiotas. 

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Anexo. 10 (arque)tipos realmente tóxicos en una organización pública 

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