La nueva gestión pública de personas en la era pos-COVID

«El mar tranquilo no hace marineros hábiles» (proverbio)

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He tenido el placer de participar en este primer encuentro digital organizado por Savia y emitido en directo por YouTube (cuyo vídeo insertamos al final de la presente entrada), en el que Joana Miñarro, Jefa del servicio de RRHH en l’Ajuntament de Sant Cugat del Vallés, y un servidor hemos compartido una serie de reflexiones y aprendizajes que  hemos podido extraer durante estas semanas de confinamiento y teletrabajo. Nuestra intención es que dichas reflexiones se transformen en ideas-fuerza para que las Administraciones Locales mejoren y adapten su gestión de personas a la era pos-COVID (o con-COVID, como también hemos verbalizado). Sin perjuicio de que se puede visualizar el debate completo en el referido vídeo, también queremos dejar por escrito alguna de estas ideas articuladas a modo de respuesta a una serie de preguntas inteligentes que nos ha formulado Lara Olmo:

  • ¿Qué han aprendido las AALL durante estas semanas para aplicar en su funcionamiento ordinario? Incluyendo buenas prácticas y algún que otro error.

Precisamente hemos aprendido eso: los errores y los aciertos, pero no ya sólo los que hemos cometido ahora, sino también (y sobre todo) los que veníamos arrastrando. Esta crisis nos ha permitido conocernos a nosotros mismos, constatar que teníamos puntos fuertes y débiles. Los puntos fuertes, que son los que nos han permitido salir airosos, se deben fortalecer todavía más. Nuestro punto más fuerte siguen siendo las personas. Los débiles se deben pulir o directamente suprimir. La expresión «buena práctica» me agrada mucho más que «caso de éxito». El éxito es una cosa del pasado. A partir de ahora nos van a poner exámenes tan difíciles que rara vez volveremos a sacar un sobresaliente. A partir de ahora el objetivo es el notable, pero un bien también está bien. Lo que hemos visto estas semanas es que en muchos casos se ha ingeniado una chapucilla, pero bastante digna, armada durante la mañana del lunes 16 de marzo y con eso hemos sido capaces de funcionar aceptablemente bien durante dos meses. Imaginen si no hubiéramos perdido los últimos 10 ó 15 años! En todo caso la realidad ahora mismo es muy compleja, muy cambiante, y debemos ser realistas: nadie va a volver a sacar un 10 en la gestión de los problemas de lo público. Lo que no podemos hacer es suspender.

  • ¿Qué perfiles han sido puestos en valor y cuáles han demostrado estar obsoletos?

Es una buena pregunta. Yo no creo, como se suele decir, que determinados servicios se hayan puesto en valor por encima de otros. ¿Acaso alguien dudaba de que informática, servicios sociales o la policía local son importantes? Yo no voy a entrar en el debate de decir que unos servicios o departamentos son más importantes que otros. Y menos empleando la palabra «departamentos», ya que cada vez creo menos en los departamentos. En cambio, efectivamente se han puesto en valor determinados perfiles de empleados públicos y, en consecuencia, han salido reforzadas las personas que pertenecen a estos perfiles, independientemente de que sean el secretario del Ayuntamiento, un auxiliar de informática, un agente de la policía local, un administrativo de servicios sociales, un auxiliar de urbanismo o un técnico de rentas. Eso da igual. Las personas proactivas, comprometidas, trabajadoras, responsables, con habilidades digitales, han salido reforzadas. Los grandes perdedores son los jefes a la antigua usanza (alguno de ellos absolutamente desconcertado y superado con la nueva situación), los eternos «escaqueados» (que no han sabido ni podido justificar su «teletrabajo»), y en general los menos preparados, éticos y adaptables, que temen los cambios porque los cambios los dejan en mal lugar. En concreto, siempre me han hecho mucha gracia, por no decir otra palabra, los «jefes sin firma». ¿Cómo se puede mandar tanto sin responsabilizarse de nada? Todos ellos han quedado en evidencia y, si somos valientes, nos plantearemos tomar acciones al respecto, pero no podemos permitir la continuidad de estos perfiles. Son totalmente improductivos y muchas veces tóxicos.

  • ¿Puede ser esta crisis un impulso para empezar a evaluar por objetivos?

Debería serlo. La evaluación por objetivos (que no evaluación del desempeño) es la única compatible en realidad con la moderna gestión pública, tanto en la forma (teletrabajo preferente), como en el fondo (eficacia, eficiencia, calidad del servicio público). Hace falta entender la «nueva normalidad». Se impone una nueva manera de gestionar. Trabajar por objetivos significa que evidentemente se han fijado esos objetivos. Que hay una estrategia, unos fines, unos valores… Solo alguien que no produce, alguien cuyo rendimiento es muy bajo, puede defender el mero presencialismo o «calentamiento de silla» por encima del desempeño por objetivos y su posterior medición. Una vez establecido el trabajo por objetivos, no debería haber ninguna diferencia entre el trabajo realizado por el trabajador con presencia física y el del trabajador a distancia.

  • Los Planes de contingencia consultados aconsejan reducir al mínimo el tiempo que los empleados estén en el centro de trabajo (cuando no puedan teletrabajar). ¿Cómo se combina esto con el escaso desarrollo de la Administración electrónica en algunas entidades?

Pues esta es una de esas reflexiones que caen por su propio peso. Es una especie de silogismo. La administración debe ser electrónica para que nuestros usuarios puedan teletramitar y los empleados podamos teletrabajar. También habría que redefinir el concepto «empleado público que no puede teletrabajar», porque quizá algunas tareas tengan que ser presenciales, pero otras no, además de que siempre va a estar obligado a realizar sus trámites de forma electrónica en base al art. 14.2.e) LPAC. Por ejemplo, mis compañeras de La Clau, la oficina de atención ciudadana del Ayuntamiento de Alzira, han teletrabajado durante estas semanas, y eso que su función principal es la atención al público. Debemos repensar muchas cosas y abandonar muchos prejuicios. Al final todo forma parte de un mismo proyecto. Uno que ya debería estar implantado. El debate sobre la entrada en vigor de la Ley de procedimiento se ha convertido en ridículo. El coronavirus no ha dado ningún plazo que yo sepa. Ya venido y punto. Y aún no se ha ido por cierto; no entramos en la era pos-COVID, sino en la era con-COVID, una era que solo alguien muy poco inteligente puede defender que no debe ser telemática. Esta es la nueva normalidad, una normalidad relativa de convivencia con este y otros virus. Nos lo hemos ganado a pulso destruyendo el medio ambiente. En este escenario, la mejor arma para luchar contra todos los problemas que tenemos, todo lo malo que nos está pasando (no sólo el virus, sino también la ineficiencia, la corrupción, la crisis económica, la despoblación del mundo rural y la propia destrucción del planeta), es la actuación telemática: teletrabajar, teletramitar, tele reunirse, tele pagar, tele operar, tele comunicarse, tele firmar… Telecualquiercosa.

Podéis ver el debate completo aquí:

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