El problema de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes. (Winston Churchill)
Hoy es el día del libro, también conocido como Sant Jordi #DiaDelLibro #SantJordi. Me parece un buen momento para compartir unas reflexiones en relación a la avalancha de libros que se publican sobre temas relacionados con la Administración.

Algunas de estas reflexiones, por supuesto, son políticamente incorrectas:
¿Se publican demasiados libros? ¿Tienen todos ellos la suficiente calidad? ¿El objetivo de publicar un libro es únicamente publicarlo, digamos «por reputación»? ¿O acaso el objetivo es venderlo? ¿No debería también intentar ofrecer un aporte? ¿O quizá el objetivo de publicar tiene algo que ver con el ego? ¿Se venden todos los libros que se publican? ¿Se leen todos los que se venden? ¿Alguna cosa de las que escribimos se traslada a la realidad o se queda para siempre en el mundo de la teoría?
En esta crítica también hay un punto de autocrítica, desde luego, porque yo mismo he publicado unos cuantos (y alguno más que está en proyecto) y precisamente por eso me cuestiono algunos aspectos que rodean el mundillo de las publicaciones de este tipo:
- ¿Se escribe por ego? Seguramente sí, al menos en parte. Desde luego, por dinero no se escribe. La motivación principal debería ser aportar algo interesante y práctico pero sinceramente no creo que siempre sea así. Por cierto, hablando de ego: mejor autodenominarse simplemente «coautor» cuando la obra se ha escrito en colaboración. Eso de atribuirse un mamotreto de 500 páginas cuando uno sólo ha aportado 30 es ridículo.
- No son mejores los libros que más venden. Belén Esteban vende muchísimos ejemplares, por poner un ejemplo. Es una buena cosa, sin duda, suscitar la curiosidad del lector en forma de demanda, pero me sigo quedando con la utilidad antes que con la venta pura y dura.
- Utilidad/practicidad. Esto es por tanto lo principal: que el libro sea una ayuda práctica, porque no es literatura, es gestión. Personalmente me esmeraré en cumplir a rajatabla este principio. De hecho hace tiempo que ni doy una charla que sinceramente piense que no tiene un considerable valor añadido, ni «escribo por escribir», y mucho menos «publico por publicar». Lo próximo que vean que sale de mis dedos (valga la expresión), será absolutamente práctico, sin adornos, y seguramente bastante distinto a lo publicado hasta ahora.
Estos días no puedo evitar sentir una cierta desazón al comprobar que, con la que está cayendo, los diputados del Congreso debaten sobre la posibilidad (o no) de incorporar la licitación electrónica a la Ley de contratos. No deja de ser una excelente idea la de que los contratos se liciten electrónicamente. Lo podríamos poner como opcional en la Directiva de 2004 y la Ley de 2007; y como obligatorio en la Directiva de 2014 y la Ley de 2017. El problema es que esta sería mi opinión si viajara atrás en el tiempo, a 2003. ¿Cuántos libros o artículos hemos escrito desde entonces sobre licitación electrónica? Muchísimos, y los políticos no se han leído ninguno. Pues eso: desazón. ¡Feliz Sant Jordi pese a todo! Que desear felicidad a otros sí es algo que podemos e incluso debemos publicar en cualquier momento.
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