Cada aspecto de la cultura occidental necesita un nuevo código ético -una ética racional- como condición previa para el renacimiento. (Ayn Rand)
Tenemos ya muchas leyes de transparencia -la estatal (también llamada «la del silencio negativo»), las autonómicas e incluso las ordenanzas locales- aprobadas curiosamente en el corto espacio de poco más de un año; muchos «portales» que, dicho resumidamente, aprueban con un 5 pelado las exigencias contenidas en aquellas normas (a nuestro juicio pecan de unidireccionales); muchas son también las entidades que se han sometido al test de Transparencia Internacional para la obtención de un índice (20 municipios tienen un 100 en el ITA y la media supera los 85 puntos); incontables los eventos monográficos sobre la cuestión, muchos de ellos organizados en «formato paripé», a mayor gloria de sus organizadores; bastantes «expertos» sobrevenidos o surgidos por generación espontánea en la materia (Confucio decía que «solo el sabio sabe que ignora), así como empresas «especializadas»; e incluso algún libro práctico sobre la materia, que todo el mundo apoya, alguno lee y casi nadie aplica… Pero en este tema, más que en ningún otro, lo importante es ser mucho más que parecer. Y siendo sinceros cabe reconocer que España no es un país transparente…
Nunca lo ha sido. La diferencia es que ahora trata de parecerlo, poco más. A esto la RAE (Real Academia Española © Todos los derechos reservados) le pone un nombre:
paripé.
(Del caló paruipén, cambio, trueque).
1. m. coloq. Fingimiento, simulación o acto hipócrita.
hacer el ~.
Pero no es un problema exclusivo de España. Los autores coinciden en que la mayoría de las democracias actuales sufren un enorme déficit de transparencia, y los canales de participación proporcionados desde las instituciones son escasos e ineficaces en la mayoría de ocasiones. Todo esto genera problemas en la representación que para ser solucionados precisan de una verdadera rendición de cuentas, la máxima transparencia posible, y un aumento de la participación. Ante esto, la mejor solución es, a nuestro juicio, la apertura de datos (Open Data) y una democracia participativa (Open Action). Ayudado por la Doctora Marta Pagán, hemos elaborado el siguiente catálogo de propuestas para la efectividad de una transparencia real, de verdad, y no «para la galería»:
- Garantía del derecho de acceso a la información. Es necesario que una Ley de Transparencia o incluso una Ley específica de Acceso a la Información, que en nuestra opinión sería Orgánica por tratarse de un derecho fundamental, reconozca y garantice el acceso a la información pública de cualquier ciudadano, concejal, asociación, organización, empresa privada, etc.
- Gobierno abierto es democracia, no burocracia. Una de las formas de fomentar estas nuevas relaciones democráticas –o económicas o simplemente informales- es la habilitación de numerosos cauces de comunicación, fundamentalmente electrónicos, entre la administración y el ciudadano que se basen más en la inmediatez y la cercanía que en el procedimiento administrativo. Por supuesto la firma y cualquier otro formalismo deben relajarse hasta el extremo a la hora de propiciar esta nueva generación de relaciones jurídico administrativas. Las nuevas formas de comunicación entre lo público y los particulares deben ser más ágiles y flexibles que nunca.
- Open Action. Como hemos afirmado en numerosas ocasiones, la transparencia es un medio, no un fin. Lo importante es que los ciudadanos y las empresas, las asociaciones, etc… participen en el entramado público constantemente, aunque haya pasado una semana desde las elecciones. El Gobierno abierto permite que haya mayor legitimidad en las decisiones políticas adoptadas. Es esencial diseñar plataformas habilitadas por el Gobierno abierto para la participación ciudadana (estrategia Open Action). Ya dijimos que el gobierno abierto era un nuevo hito en la evolución del estado social y democrático de derecho.
Este libro está muy bien, pero si usted no tiene ética ya lo puede tirar a la basura - Adaptación interna de los procesos/accesibilidad. Es conveniente realizar cambios necesarios en la estructura de los websites y los esquemas utilizados para la presentación de la información. Asimismo se deberán integrar el gestor de expedientes, el portal de transparencia, y el archivo electrónico, porque evidentemente la mayoría de documentos e informaciones que se soliciten no pertenecerán a expedientes en curso.
- Cultura de la transparencia. Es esencial adquirir una cultura de la transparencia. La de los ciudadanos es como mínimo tan importante como la de los gobiernos. Debemos conocer nuestros derechos, pero también debemos saber para qué sirve su ejercicio. Los datos son útiles cuando se convierten en información; sirven para controlar la acción de gobierno pero también para el ejercicio de la iniciativa económica. La cultura de la transparencia y los datos está ya asimilada en algunos países, por ejemplo en la sociedad británica tanto como en sus instituciones políticas. Nosotros deberíamos hacer lo mismo.
- Ejercicio constructivo de los derechos de los ciudadanos. En relación con la anterior, esa cultura ciudadana de la transparencia debe convertir la rendición de cuentas, la participación, la colaboración y el acceso a la información en algo útil, con pretensiones de mejorar el servicio público. Gobierno abierto no es (solo) “criticar al gobierno”. Es importante que la sociedad haga también autocrítica y asimile e integre culturalmente la idea de transparencia. La clave está en ser una sociedad exigente y en desarrollar una conciencia democrática y de participación ciudadana constructiva.
- Requisitos técnicos: accesibilidad, seguridad… La brecha digital, la falta de accesibilidad y el incumplimiento de los Esquemas Nacionales de Seguridad e Interoperabilidad son algunos de los grandes enemigos de la transparencia real, y por tanto del Gobierno abierto, que es para todos o no es para ninguno. Ya hemos dicho cientos de veces que en nuestra opinión el acceso a WiFi debería ser universal, libre y gratuito.
- ¿Qué administración es la competente? La transparencia es una competencia más bien municipal (así cabe deducirlo de la LBRL sobre todo tras la reforma de la LRSAL), pero la cultura de la transparencia debería ser competencia tanto de la administración (de todas ellas) como del sector privado y los propios ciudadanos, esto es, de los gobernantes y los gobernados. La competencia y el modus actuandi. La cultura administrativa opaca genera reacciones negativas en el ciudadano, que impiden avanzar hacia el buen gobierno, la democracia participativa y un Gobierno abierto y transparente. Esta democracia participativa tiene un encaje perfecto en el nivel de gobierno per natura más participativo: el Ayuntamiento.
- Objetivo: mejorar el servicio público (eficacia, eficiencia, excelencia…). Las AAPP se ven obligadas a satisfacer las demandas del ciudadano y a cubrir sus necesidades con rapidez, efectividad, eficacia y eficiencia. De igual modo, han de adaptarse, con la máxima celeridad posible, a los cambios que acontecen en la sociedad de momento, la Sociedad de la Información y la Comunicación. Por todo ello, surge la necesidad de implementar sistemas que garanticen la mejora continua en los procedimientos y actuaciones que competen a la Administración Pública para conseguir unos efectos positivos y unos óptimos resultados en materia de bienes y servicios (consulte la fuente). La efectividad en la gestión permite lograr una mejora continua en la organización de las AAPP. El objetivo es impulsar una gestión de calidad orientada a resultados, que garanticen productos y servicios de calidad los cuales, a su vez, satisfagan las expectativas y necesidades de la ciudadanía.
- Ética. «Sean ustedes honrados«, dije el otro día a los políticos y a todo el mundo en general. En cuanto a los gobernantes: no quieran parecer transparentes, ni siquiera quieran serlo para poder demostrar que efectivamente lo son. Aquí no hay dobles intenciones. Traigan la ética de casa. Entren en lo público ilusionados por gestionar desde la buena fe y los valores los intereses de sus conciudadanos, háganlo lo mejor que puedan (de modo que a lo sumo se les pueda imputar un error, no un delito) y márchense a los cuatro o como mucho ocho años porque está demostrado que el poder corrompe. En realidad esta última, pese a ser la menos técnica, comprende todas las demás.
El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente (Lord Acton)
¡Muy agradecida por la mención en un post tan interesante y acertado «El paripé de la transparencia», muchas gracias!