«La ciencia humana consiste más en destruir errores que en descubrir verdades.» (Sócrates)
«La administración electrónica es el uso de las TIC en las AAPP, combinado con cambios organizativos y nuevas aptitudes, con el fin de mejorar los servicios públicos y los procesos democráticos y reforzar el apoyo a las políticas públicas.» (Comisión Europea)
Dicho muy coloquialmente, a veces «le cogemos manía» a máquinas, materias e incluso personas simplemente porque no las entendemos y nos producen un cierto rechazo o temor por lo desconocido y complejo. Quizá sea esto lo que ocurre en el caso de algunos compañeros Secretarios, Interventores y Tesoreros (extrapolable por supuesto a políticos y resto de empleados públicos) en relación a la administración electrónica. La solución a este problema es sencilla: se deben explicar las cosas. Un buen día uno lo entiende todo y de repente parece como si las cosas siempre hubieran sido así. Por tanto, ¿qué es administración electrónica y sobre todo en qué momento se encuentra?
En España hay 34 millones de DNI electrónicos, un marco jurídico adecuado, unas 5.000 administraciones que tienen planes más o menos afortunados (y ejecutados) de implantación de proyectos de gestión electrónica y servicios en red, y una brecha digital asumible sin perjuicio de las inevitables y lamentables desigualdades sociales y por tanto de acceso a las TIC. Sin embargo hay que reconocer que la administración electrónica, salvo honrosas excepciones, no es ni mucho menos una realidad ¿Por qué? Porque manejamos conceptos y expresiones cuyo significado desconocemos. Seamos autocríticos: ¿sabríamos definir exactamente las palabras de este argot aparecidas hasta ahora? Haga la prueba: ¿Qué es TIC? ¿Qué es DNI electrónico? ¿Qué es gestión electrónica? ¿Qué es brecha digital? Hay que ser realista; quien suscribe está convencido de que pocos lectores habrán respondido correctamente a todas las preguntas, y eso que pueden ser consideradas extremadamente sencillas dentro de este ámbito. Este desconocimiento provoca un natural desconvencimiento (político, social y profesional), y cuando se intenta algo “a medias”, sin la fuerza y seguridad de la certeza y la convicción, con toda seguridad se muere en el intento, si es que llega a haber intento.
Pensemos en los empleados públicos, a veces vilipendiados –normalmente de manera injusta- por la opinión pública. De repente alguien “de arriba” concibe un Plan y se ven de pronto y sin previo aviso abocados a algo que probablemente les desborda y que en un primer momento podría parecer que no tiene nada que ver con el día a día (aunque nada más lejos de la realidad), por lo que se les representa como una ardua actividad “extraescolar”, que genera pereza y desconfianza. Incluso partiendo de “un buen Plan”, se ven rápida y directamente implicados en el desarrollo jurídico-técnico de instrumentos específicos hasta hace pocos años desconocidos, como la sede electrónica, el perfil de contratante, la compulsa electrónica… cuando en realidad el orden natural de las cosas exigiría comenzar por un planteamiento mucho más global. En definitiva, la administración electrónica es, ante todo, un cambio de cultura -si se nos permite la sutileza, un “cambio de chip”- que se debe producir en las mentes de los empleados públicos, aunque por supuesto también en los cargos políticos, las empresas y los ciudadanos.
Hablemos pues de administración electrónica (es lo que un servidor lleva haciendo al menos diez años). Existe la creencia errónea de que los términos compuestos (físico-químico; centro-derecha; primo-hermano; ala-pívot…) no son sino la simple suma de los elementos que los componen. Seguramente todos sabemos lo que es “la administración”, al menos en su nivel de organización territorial (no tanto la institucional), y todos sabemos lo que es “electrónico/a”, pero que nadie dude de que la administración electrónica es algo completamente nuevo (nuevo en su momento), y distinto, que no existía hace quince años, mientras que los otros dos, sí.

Administración electrónica es pues, ante todo, un cambio de cultura. Supone, entre otras cosas, utilizar profesionalmente –por parte de profesionales de la administración, en todo caso, y por los ciudadanos, si así lo desean– las nuevas y no tan nuevas tecnologías, que están perfectamente asentadas en la sociedad (piénsese en el término “sociedad de la información” o “del conocimiento”), y de las cuales nos valemos a diario por ejemplo como usuarios de Internet, de la banca electrónica, de las bibliotecas digitales, de la televisión digital, de la telefonía móvil, de las redes sociales, o de la compra de entradas de espectáculos o de billetes de tren o avión. Y como usuarios de Internet damos cuenta de la tremenda información de la que disponemos al instante. Además de la información, que es unidireccional, al tratarse de un sistema interactivo o bidireccional, ello nos permite realizar gestiones relacionadas con dicha información, gestiones electrónicas. No concebimos a estas alturas otra administración pública distinta a la que encaja en este contexto, en el cual los Secretarios, Interventores y Tesoreros de la Administración Local tienen mucho que decir, tanto por sus funciones y gestión concreta que les corresponde (la de los servicios jurídicos y económicos) como por su rol directivo dentro de la organización, tenga esta el tamaño que tenga, motivo por el que no pueden permanecer ajenos a los necesarios procesos de cambio (reléase la contundente definición de la Comisión Europea) y de adaptación de la administración a la sociedad, debiendo incluso liderar tales procesos. Lo bueno es que no estamos tan al principio como hace años, y ya tenemos incluso experiencias de reconocido éxito que sus propios responsables tienen a bien comentar para que quien quiera tome notas, algo que se denomina benchmarking.
De todo ello (y más) vamos a hablar el día de la Presentación del Observatorio de Administración Electrónica de COSITAL Network, iniciativa que tengo el honor de dirigir, y que se celebrará el próximo día 22 de octubre en Madrid.
Y ya adelanto que, más allá de lo técnico, la conclusión principal de la Jornada será que la resistencia al cambio no tiene ningún sentido. La clave de la Prehistoria fue el avance tecnológico que permitió pasar de la Edad de Piedra a la de Cobre, y luego a la de Bronce, y luego a la de Hierro… Cada nueva tecnología era abrumadoramente superior a la anterior, pero supongo que hace varios miles de años tampoco fue fácil introducir los cambios y sin duda hubo acalorados debates entre cavernícolas sobre si era mejor cazar y defenderse de grandes animales con puñetazos, mordiscos y a lo sumo piedras o bien con lanzas terminadas en afiladas puntas metálicas. Una de las dos era la respuesta correcta. Ahora tanto da: estamos donde estamos y la Historia, como la evolución, no perdona.
Hola Víctor, me alegra mucho leer lo que cuentas, por el fondo (la pedagogía de la administración electrónica) y por el «status» de quien lo cuenta; más me alegra aún ver que el observatorio va a ser presentado al público y formalmente va a empezar a andar.
Ya he dejado el evento anunciado en la comunidad de prácticas de la contratación pública (http://www.contratacionpublicacp.com/events/presentacion-del-observatorio-de-administracion-electronica-de-co)
Un saludo.
Muchas gracias Guillermo, por tus palabras de apoyo y por la difusión. Un cordial saludo.
Hola Víctor, me ha gustado mucho eso que cuentas de: «… los Secretarios, Interventores y Tesoreros de la Administración Local tienen mucho que decir, tanto por sus funciones y gestión concreta que les corresponde (la de los servicios jurídicos y económicos) como por su rol directivo dentro de la organización, tenga esta el tamaño que tenga, motivo por el que no pueden permanecer ajenos a los necesarios procesos de cambio (reléase la contundente definición de la Comisión Europea) y de adaptación de la administración a la sociedad, debiendo incluso liderar tales procesos.»